El cuarteto de metal progresivo penetra en las conciencias de los regios por primera vez en vivo en la Sultana del Norte.
Monterrey, Nuevo León. 12 de marzo de 2025. Explanada del Estadio Mobil Súper.
Fotografía por Marcos Gutiérrez
Tool es una de esas bandas que pudieras nunca haber escuchado antes, ni conocer sus canciones, pero que inmediatamente te cautiva produciendo una profunda fascinación irresistible a los sentidos hasta derivar en una euforia sublime a la conciencia. La experiencia de presenciar a esta banda californiana, que bien pudiera creerse que llegaron a este plano terrenal provenientes de alguna otra dimensión, pudiera compararse a una ópera metalera o un concierto de piezas sonoras mas cercanas a movimientos sinfónicos que a canciones convencionales.
Adentrada la noche y sin celulares visibles entre la audiencia que interrumpieran la oscuridad y la atmósfera premonitoria, un tenue y creciente sonido al mismo tiempo ancestral y futuro irrumpió el silencio. Se escucha lo que asemejaría a un latido, a pulsaciones y armonizaciones sutiles. En el fondo, de derecha a izquierda del escenario, una cabeza y un craneo irreconocible y perturbador se desplazan con la percusión tribal eléctrica que emana de los parlantes. Uno a uno, cada instrumentista hace su aparición en el ensamble sonoro haciendo que los presentes empecemos a ser poseídos por el crudo poder que libera el bajo de Justin Chancellor, seguido de la guitarra de Adam Jones. A ellos, se une la batería de Danny Carey y el encantamiento se produce. Unos momentos pasan y entonces vemos la silueta de Maynard James Keenan vocalizando desde el fondo del escenario, resguardado en las penumbras y caracterizado con su actual look de picos verdes en su corte Mohawk y antifaz de maquillaje. Ha iniciado el estado de éxtasis como una infusión de mindfulness sin principio ni final, como una corriente electrónica recorriéndote la piel.



Primer movimiento: Fear Inoculum
Este poderoso corte es el primer episodio de esta obra sensorial. Es todo lo que Tool representa: poderoso y crudo sonido electrizante magistralmente ejecutado con precisión mortífera; la guitarra tiene un crujido que cercena el aura y el ambiente. Este sonido se vuelve el mismo aire que todos estamos inhalando. Hombres y mujeres a mi alrededor están seducidos con el suave estruendo que vibra en todo el cuerpo. Los ojos ven alucinantes imágenes de un mundo orgánico en un paisaje del reino cuántico.
Segundo movimiento: Jambi
La voz sódida codifica la lírica de esta pieza mientras un gigantesco iris ocular nos examina erráticamente, un rojo plexo solar ardiente da lugar a lo que luce como un campo de lava iridiscente. Los congregados a estas alturas ya están implorando al aire mientras sucumben a las fuerzas que se manifiestan en nuestro entorno.
Tercer movimiento: Rosetta Stoned
Poseídos por sus acordes en staccato, haces de luz verde y rojo llueven y aprisionan con proyecciones láser desde arriba como una cascada que dibujan patrones sobre las superficies de la periferia.
Cuarto movimiento: Pneuma
La guitarra anuncia la melodiosa entrada de este favorita de la multitud, un gran clásico que todos reciben emocionados y sobrecogidos no dando crédito a este regalo ofrecido por la banda. El bajo de Justin genera sonidos que no se atribuyen normalmente a ese instrumento, como de otro mundo. La batería de Carey es ejecutada con la precisión de una máquina. Con los ojos cerrados, seguimos la letra por que estamos atrapados como en un sueño vívido.
Quinto movimiento: Stinkfist
El sueño alucinante es ahora una euforia colectiva que rápidamente se torna pesadilla inducida por las inquietantes imágenes de seres que asemejan sobrevivientes de un holocausto nuclear o una erupción volcánica.
Sexto movimiento: Descending
Como un castigo deseado, esta pieza desciende como un tormento placentero. El fondo es la forma de una pirámide negra delineado con un halo rojo resplandeciente. Los fieles seguidores de la banda sienten el llamado a ofrecer un aullido corporal cual lamento dulce.
Séptimo movimiento: Schism
Todos reconocen estos acordes y celebran con una danza primal este gran clásico aclamado por los asistentes. Aún cuando somos miles siendo testigos de esta manifestación colectiva, cada quien se mueve con la libertad histriónica de sentirse en la intimidad de su propia habitación.
Octavo movimiento: The Grudge
Las manos y las extremidades suben y se arquean en lo que es la pieza más tribal del repertorio. Maynard pone la muestra con su cadencia lateral como un animal vigilante y acechando a una presa, adelante y atrás. La base sonora es armónica pero la percusión suena como cientos de cosas rompiéndose en secuencia aleatoria.
Encoré
Como un necesario descanso para los presentes, Tool abandona el escenario como llegó y nos da tregua por un momento que no puede precisarse. La audiencia a oscuras invoca de nuevo al grupo: “Herramienta, herramienta, herramienta”, corean en señal de aprecio por la banda que les ha dado tanto esta noche. Eventualmente una luz cenital cae sobre el set de batería que resplandece como un órgano viviente y que nos ve con ojos encendidos estampados en el doble bombo. Danny Carey ejecuta con virtuosidad un elaborado número de percusión vibrante e incesante seguido de “Invincible” donde el ataque de cuerdas de Adam Jones prevaleció. La noche fue finalmente coronada con “Vicarious” como último desplante de grandeza entregando nuevamente todos los distintivos del cuarto en un solo tema.
Así fue la experiencia de tener a Tool en tierras regias por primera vez en la historia. Nos vamos con la promesa que hace Maynard al despedirse: “¡Monterrey! Gracias por darnos la bienvenida y recibirnos. Nosotros regresaremos”.

