Monterrey, Nuevo León. La noche del sábado 24 de mayo cayó sobre la ciudad con promesa de emoción, y no defraudó. Con luces suaves, corazones encendidos y un Foro Tims expectante, Susana Cala, la cantautora colombiana que ha conquistado a miles con su honestidad pop y su voz íntima, ofreció la séptima fecha de su tour “Arial 12” en tierras regias. Y sí: nos dejó bailando, cantando y, en algunos momentos, con los ojos un poco brillosos.
Antes de ser conocida por su nombre artístico, Susana Cala era el alma detrás de canciones de otros. Durante años escribió para artistas como Morat (sí, su hermano es Juan Pablo Isaza), Danna Paola y Andrés Cepeda. Pero en 2021 decidió dar un paso al frente y contar sus propias historias. Historias que, como bien nos demostró esta noche, muchas personas sienten como propias.
Desde que se anunció su fecha en Monterrey, su público esperó con ansias. Y cuando finalmente subió al escenario —envuelta en una atmósfera de luces y gritos eufóricos—, se notó que la espera valió cada minuto. Susana no canta: conecta de inmediato con quien la aprecia, confiesa, comparte, se ríe, se rompe y se recompone frente a todos.



Vestida con su característico estilo relajado y femenino, caminó el escenario como si estuviera en la sala de su casa, compartiendo con amigos. Con una mezcla de dulzura y fuerza, interpretó de principio a fin su álbum debut “Arial 12”, un trabajo que captura los altibajos del amor, el desamor, la nostalgia y la identidad desde una perspectiva joven pero profundamente sincera.
Canciones como “Pasajero”, “No te vayas todavía” y “Mi culpa” hicieron retumbar las paredes del Foro Tims con coros multitudinarios, mientras temas como “Cosas que no te dije” y “Quiero verte feliz” nos regalaron momentos más introspectivos, íntimos. Cada canción era precedida por pequeñas anécdotas, guiños cómplices y dedicatorias veladas. El público respondía con aplausos, gritos y —más de una vez— lágrimas.
Entre canción y canción, Susana se mostró cercana, cálida y agradecida. Habló de lo mucho que significa para ella ver cómo sus letras cobran vida en otras voces, en otros países, en otras pieles. “Nunca imaginé que canciones escritas en mi cuarto llegarían tan lejos”, dijo con una sonrisa que desarmó a todos.
El concierto cerró con un estallido de emociones: “Mi canción favorita” sonó con todo el foro coreando a una sola voz, como si Monterrey le respondiera que sí, que esta también es ya una ciudad para Susana Cala.
Con solo un disco en su haber, Susana ya demostró que su voz tiene eco propio. No es solo “la hermana de”, ni “la compositora de”, es una artista con firma, con alma, con luz propia, y esta noche en Monterrey nos lo dejó clarísimo.

