(El lado melancólico de la luna)
Descubrí a Nick Drake hará unos 10 años atrás, más o menos en la fecha en que escribo esto. Yo estaba a punto de llegar a mis tres décadas y ya comenzaba a sufrir en carne propia La Maldita Depresión de los Treinta. No me puedo quejar del todo, algo bueno tuve que sacar de eso.
Algo grandioso.
Solía ir a los bares a beber solo, no buscaba compañía de nadie, me sentaba en la barra, cerveza en mano y un cigarro (sí, era la dulce época en que podías fumar dentro del lugar), fue en ese tiempo cuando comencé a escribir. Creo que las redes sociales apenas comenzaban y no eran para nada una necesidad de primera mano como lo son ahora. Si asi fuera, todos los días hubiera publicado cosas como: “la vida es un asco”, “los treinta es la vejez prematura”.. y cosas de esas.
Una noche, en el bar cultural que frecuentaba y que nombre no tiene caso mencionar. Se había convocado noche de vyniles; yo no estuve enterado, o quizá me entró por una oreja y salió por la otra. (Y fue mejor así, hubiera sido capaz de llevar unos de Agustín Lara, herencia de mi abuelo), alguien, no recuerdo quién, llevó el Pink Moon de Nick Drake. Fue en ese momento cuando comprendí, que “lo mal que me sentía”, que la depresión que quizá estaba fingiendo tener… eso no era ni la más mínima parte. Ni un mísero 1% de lo que es estar deprimido de verdad, vivir con el autoestima y la cabeza gacha, no querer permanecer en este mundo y aún así: ser un Genio (un Genio así con “G” mayúscula).
Y es aquí cuando intento meter el momento poético: mis lágrimas se mezclaron con la cerveza y la música de Drake… y las bebí.
Nick Drake solo estuvo de paso en este mundo 26 años. Grabó tres discos (FIVE LEAVES LEFT, 1969 BRYTER LAYTER, 1970 y PINK MOON, 1972), al parecer decepcionado del amor, nunca se acostó con ninguna chica, lo más seguro es que no tuviera amigos, cursó una licenciatura en Literatura Inglesa en Cambridge, apenas vendió discos en vida… no así, después de su muerte, donde sigue vendiendo por millones. Nick Drake se ha convertido en una figura de culto dentro de la música folk. Y sin un documental de ayuda. Algo que se hace mucho el día de hoy.
Medía un metro noventa de estatura. Nunca caminó con la frente en alto. Llegó a decir que no era digno de nadie. Tocaba la guitarra, el piano, el clarinete, la flauta y el saxofón. Y se refugiaba en Rimbaud, Verlaine, Artaud, Apollonaire y por supuesto: Baudelaire. Los poetas malditos franceses le dieron todo aquello que el amor de una mujer no.
En 1967 comienza a componer canciones, él y solo su guitarra acústica crean las más bellas canciones inspiradas en la desolación de la época; llenas de mundos imaginarios, princesas, metáforas y naturaleza viva. Los árboles, la brisa, el mar y sobre todo las hojas están presentes siempre ahí. Comienza a hacer recitales para snobs, intelectuales y estudiantes de filosofía. Y es allí, donde alguien lo descubre, lo recomienda a una compañía disquera, y al poco tiempo lo invitan a grabar una maqueta. Así es como nace Five Leaves Left, con un sonido barroco, sencillo y lleno de violonchelos y contrabajos. Drake sin proponérselo, estaba arañando peligrosamente esa línea que divide al folk del rock progresivo. El disco pasó sin pena ni gloria. La voz de Drake inunda todo de oscuridad y depresión. Su primera entrega navega en un mar de desolación; donde nombres como Dylan, Van Morrison, Paul Simon y Cohen son los reyes.
Después de ese primer fracaso (algo muy normal en todo artista, en cuanto a su primer disco se refiere), Drake decide abandonar Cambridge y enfocarse en lo que sería su segundo albúm. Alquila una habitación en las afueras de Londres, y bebe y se consume en una helada soledad londinense; que le hace escribir en pocos meses todas las canciones para Bryter Layter.
Los productores esperaban ahora sí, que Drake diera ese tan esperado salto hacia la fama. Una vez más Nick Drake inunda, vomita, todo lo que sale de su voz es más oscuridad y más depresión (no así tanto la música que por momentos es alegre, psicódelica), una vez más, no paso nada. Nada en absoluto.
Llegó el derrumbe total, al igual que la primera vez que intentó declararse a una chica, sus dos discos pasaron a ser rotundos y sendos fracasos. Nick con 23 años tiene que ser atendido por un psiquiatra. Se le dio a tomar antidepresivos, pero nunca fue constante ni en tomar sus píldoras siquiera . De esa etapa no se sabe mucho. Solo se sabe que regresó, un tercer intento, un último intento: de madrugada, a escondidas por decirlo así, en dos sesiones de tan solo dos horas, él solo y su guitarra, sin más músicos que lo acompañen graba su obra maestra: Pink Moon. Al terminar la grabación se dice que dejó su guitarra a un lado y susurró: “No tengo nada más que decir”.
Sería la última vez que pisara un estudio de grabación. Intentó entrar al Servicio Militar. No tuvo éxito. Consiguió un trabajo como programador de computadoras. Nada pasó.
Dejó Londres y se fue a París a vivir en una barcaza sobre el Sena. Al parecer fue feliz por un tiempo. Pero sin una razón aparente, dejo todo eso y vuelve a casa de sus padres. Toma El Mito de Sísifo de Camus en sus manos y llegando a casa le regala el libro a su madre. Las pastillas se las lleva a la boca, eso antes de acostarse a dormir. Al día siguiente, su madre entra a ofrecerle el desayuno a su cuarto y Nicholas Drake ya no se levanta. En la mesa, un libro de poemas, en su tocadiscos giraba Los Conciertos de Brandemburgo de Bach. No dejó una nota. Ni más canciones para recordarlo.
Se fue a los 26 años. Silencioso. Como había sido en vida. Ahora, en nuestros tiempos, vende millones de discos por todo el mundo. Las mujeres lo idolatran y se hacen tours para ir a su casa y ver el cuarto donde dejó de existir. Su música es usada para adornar comerciales de tv y películas.
También sirve para curar “la depresión de los treinta”.o al menos olvidarla por un rato.