Cinta dirigida por: Jorge Fons
Análisis cinematográfico por: Antonio Carlin Lynch
Reparto: José Alonso/ Helena Rojo/ Carmen Montejo/ Gabriel Retes/ Arsenio Campos/ Dunia Zaldívar
Siempre se ha dicho que “el libro es mejor que la película”. Falso. No siempre. En este caso, hablemos de un relato de Mario Vargas Llosa; un relato que viene dentro de un libro de relatos: llamado “Los Jefes”, y que me prestaron a principios de este año. Nunca había leído la historia, sí a Vargas Llosa. No, no es de mis favoritos. La peli sí, fue tal vez, la primera película en mi vida que me traumó, que me impresionó al verla. Estoy casi seguro que, en el momento de su estreno traumó e impresionó a una generación de chiquillos que estaban a medio paso de la adolescencia, y luego a otras generaciones más que la vimos en su constante repetición en las tardes de televisión mexicana, cuando llegábamos de la escuela y buscábamos películas de Parchis o Enrique y Ana… y de repente ¡tómala! Sin avisarte te lanzaban una película llamada “Los cachorros”, así, a las dos de la tarde. Así recuerdo haberla visto por primera vez. Eran los ochentas. Tendría yo unos doce o trece años. Ya amaba el terror, veía mucho cine “de miedo”; pero también hay de terror, a terror.
Por cierto, mencioné que no siempre es mejor el libro que la película. Otro caso que recuerdo sin duda es “Frankenstein”, cómo odio ese libro. Solo quise hacer la mención, ahora hablaré un poco de porque terminé odiando “Los cachorros” de Vargas Llosa.
Vargas Llosa escribió Los Cachorros en 1967, inspirado en un caso real que había leído en un periódico años atrás, el caso de la emasculación de un niño por el ataque de un perro. El relato (que no llega ni a novela corta), es una metáfora tragicómica de la sociedad de Lima (Perú), sí, hay que recordar este punto, que es muy importante, el relato se basa en Perú, el Perú de los años sesenta, un Perú muy muy diferente al México de los años setenta. Por hacer la comparación (tan odiosa) libro contra película. Pero a mi parecer, se queda tan corto, le hace falta todos esos conflictos y traumas que el protagonista tiene, por su condición, cuando llega a la adolescencia y es obvio, la punzada del sexo hace su aparición. Nada de eso viene en el relato, en el relato Cuéllar, que es parte de la burguesía limeña (por haber nacido en cuna de oro), es un dandi, un dandi peruano que lo tiene todo, y que corre su auto cómo si se tratara de un auto de carreras, y las calles y carreteras de Perú una pista de la Fórmula 1. Pero ¿y luego? ¿Qué más? ¿Dónde está todo eso que vi primero en la película? No sé si el autor tuvo problemas con la censura de los tiempos en su país (en octubre del 68 ocurre un golpe de Estado para derrocar al presidente Belaúnde); a mí me suena que va por ahí. A fin de cuentas, la Sociedad Limeña es el otro protagonista de la historia: una sociedad conservadora, cerrada, machista, llena de violencia familiar, vaya, que yo nunca he sido admirador de lo que venga del Perú, nunca he visto una película peruana en mi vida, pero por morbo llegué a ver en youtube algunos episodios de la “serie cómica” de tv: Pataclaún que es de finales de los años noventa (y qué descubrí porque resulta que es la serie original que luego Eugenio Derbez copió para hacer su Familia P-luche… y la serie está llena de todas esas mismas características). Total, que la sociedad peruana no cambió en treinta años; al contrario, luego apareció el reggaetón y se empinó más… y aquí le dejo porque no estoy aquí para hablar de la tasa de embarazos en el Perú en menores de entre 12 y 17 años.
Mejor paso al análisis de la película (que esto es una sección de Cine, y aquí amamos el cine): la peli comienza con una música de clavicordio (que parece ser “La Flauta Mágica” a primera instancia), ¡vaya! Sigmund Freud estaría delirando de risa con este título y el tema principal de la historia, jajaja, en primer plano: la escuela y luego imágenes intercaladas del niño Cuéllar, de doce años (interpretado por Alejandro Rojo de la Vega), observando su nueva escuela y del perro (el otro protagonista de la historia) Judas, un Gran Danés, que está ahí, para cuidar el colegio. Cuidarlo ¿de quién? Judas en su jaula, ladra y ladra, pero no podemos oírlo, el clavicordio sigue sonando detrás; y Cuéllar se acerca y ambos se conocen, tienen ese primer contacto. Judas le ladra, incluso se le avienta, pero la jaula está ahí para separarlos. Solo momentáneamente. El clavicordio silencia y es entonces que escuchamos los primeros ladridos de Judas. Cuéllar entonces tiene que adaptarse a su nueva escuela, sus nuevos compañeros, es un colegio religioso (en el relato) exclusivo para niños, y es ahí donde conoce a su “pandilla”, los amigos que le acompañaran en su vida, en sus futuras fiestas y borracheras, en cuánto vayan creciendo: Lalo, Toto, Perico y Manolo. (Los nombres originales del relato peruano eran: Lalo, Chingolo, Mañuco y Choto, quiero pensar yo que o apodos o apellidos). Niños de posición económica alta (ambos, peruanos y mexicanos) ya que los nuevos amigos de Cuéllar le mencionan “que son de La Condesa”. Pronto el niño Cuéllar sobresale como “el cerebrito” del salón y del grupito de amigos. Aunque un tanto lento y malo para jugar al fútbol. Aun así, lo incluyen en el equipo.
Y es ahí, después de un entrenamiento, donde los chicos hablan de quién se va a disparar los helados, que Cuéllar se ofrece (total, él es siempre el que trae dinero y le gusta quedar bien con su grupito), pero primero, tiene que ducharse. Manolo lo acompaña y los dos se alejan hacia las regaderas. Los otros tres se ponen a jugar y a payasear y, uno de ellos, accidentalmente abre la puerta de la jaula en donde tienen resguardado a Judas. Los chicos corren, Judas corre detrás de ellos, uno de ellos se mete a las regaderas, el perro lo sigue, entra a los baños, se encuentra con Cuéllar desnudo y enjabonado… y allí ocurre el ataque. Pronto, ladridos, gritos, el agua de la regadera cayendo y el suelo pintándose de rojo: una escena muy gore para la época y más para un horario de las dos de la tarde en la televisión. (es claro que uno como espectador infantil entiendes bien lo que acaba de ocurrir, pero también es cierto que uno, al menos yo, desconocía por completo la palabra emasculación). Judas muerde y entonces hay que (por medio de una cirugía) hacer a un lado el pene, ¡Caput! ¡Desaparece! Pero dejando los testículos (la emasculación completa es tanto el pene como los testículos, al menos en la obra de Vargas Llosa), aquí le dejan a Cuéllar sus “huevitos”. Está bien, hay que “aligerar” un poco el trauma. La madre (Carmen Montejo) comienza su calvario, la sufridera típica de toda madre mexicana en un melodrama del cine nacional.
El pequeño está en cama, en reposo, los amigos van a visitarlo, uno de ellos se sabe es el culpable de todo esto. Pero no lo admite. No se habla del asunto, es más, todos aclaman que ya han vengado a su amigo: “con palos y piedras le han dado en toda su madre” a Judas, claro. Y entonces, el morbo sale a relucir, los amigos quieren saber que fue lo que el Danés le hizo… y Cuéllar se queda más blanco de por sí, de lo que es ya. Tiene que admitir que Judas lo mordió “ahí”. Con toda la pena y, confiando que sus amigos guarden el secreto. Judas lo mordió en “la pinguita” Y he ahí ya su apodo (“Pichulita” en el relato) demostrando y dejando en claro una vez más que el bullying no es cosa “de nuestros días”, sino que se viene practicando desde hace cincuenta años. O más. Así que, después de que sus cuates juran hasta por dios que no dirán nada y guardaran el secreto…vemos una escena un poco más amable: la jaula, pero ya sin Judas, ahora unos conejos blancos la habitan. ¿Están ahí para cuidar la escuela? Pero, cuidarla ¿de quién?
Cuéllar ya recuperado regresa a clases, y es entonces, que comienza todo el ataque de burlas y bromas por su condición, recordemos que es un colegio solo de chicos. Y, entre chicos, se llevan. Y yo sé lo que ustedes están pensando: No. Estoy muy seguro que no hubo nunca terapias psicológicas, ni en su momento, ni en cuánto Cuéllar fue creciendo. ¿Qué cómo lo sé? Tan solo de ver la personificación de José Alonso uno lo deduce. Tal vez los padres eran ese tipo de padres de la época que veía con malos ojos el “ir a terapia”, además, era un colegio religioso (al menos el del relato, el que nos muestran en la película no se ve nada religioso). Vaya, que un colegio sin departamento de psicología. Y algo en lo que yo pensé: bueno, y si los padres de “Pinguita”, perdón, de Cuéllar tienen dinero, ¿por qué no un trasplante en Houston? Jeje… pues porque algo así arruinaría un buen melodrama. Y si Vargas Llosa no pensó en todo eso, está bien que la producción mexicana está mejorando su historia, ¡pero no tanto!
Cuéllar ha crecido, y se la pasa acostado, deprimido en su cama, en su enorme recámara, llena de lujos. Porque se ha vuelto un hijo consentido y mimado (sobre todo por su madre) que no puede dejar de mirar lascivamente a la chica que hace los labores en la casa, y le deja su vaso de leche por las mañanas. Y así vamos viendo que “los amigos” han crecido, y lo siguen visitando, igual que de niños después del accidente. La visita al amigo rico y castrado. Cómo una vez escuché en un chiste: “pues está incompleto, pero total, es nuestro cuate”. Y no puedo evitar sonreír mientras escribo esto, para pasar a la siguiente escena qué a cualquier persona sensible podría quitarle una sonrisa: una primera demostración de los pensamientos suicidas y del oscuro sentido del humor del Cuéllar ya adolescente. Qué uno de los amigos responde con una frase muy directa: “a ver, ¿por qué no te encueraste para hacer tu gracia?”
La vida de Cuéllar transcurre en jugar cartas con sus amigos, apostando y recordándoles que siempre tiene más dinero que ellos, hojear revistas eróticas, se va amargando, asqueando de la vida… y lo peor, apenas comienza. El sexo femenino hace su entrada triunfante a esta tragedia, recordemos que de niño solo convivía con chicos en el colegio, y después de lo sucedido… fuera de su madre y la chica que trabaja en la casa. Y de repente, sus amigos comienzan a salir con chicas. El alcohol también hace su entrada triunfante. Y con él, sus dudas hacia la sexualidad y qué se debe de hacer con una mujer. “Mira, si quieres saber, lígate una”. Responde uno de sus amigos. Cuéllar el agresivo, Cuéllar el voyeurista, Cuéllar el que no puede saciar sus impulsos ni liberarlos autocomplaciéndose. Mejor enciende un cigarro tras otro…y sufre. Dolorosamente en silencio. Todo esto te faltó Vargas Llosa.
Y me estoy quedando corto.
Cuéllar el mirón. Cuéllar bebiendo solo en su cuarto, escuchando discos viejos de cha cha cha. Y su madre viéndolo sufrir y haciendo preguntas tontas del tipo de “Y ahora, ¿qué te pasa?” ¿En serio? ¡¿En serio doña Carmen Montejo?! De ahí pasamos a una escena un poco incómoda dónde él le pide que bailen juntos, y doña Carmen Montejo se niega, pero al final termina aceptando, pues porque madre al fin, y le concede a su hijo su primer acercamiento, no podría llamarlo “sexual”, mejor “carnal” con una mujer. No le hace que sea su madre. Sí, creepy. Freud vaya que estaría feliz si hubiera visto esta movie. La vida de Cuéllar transcurre en frecuentar cines, de mirón, cigarro en boca, cuándo se era feliz y uno podía fumar en todos lados. Cuéllar mirando parejas que se besan y se toquetean. Frustrado. Echándoles la luz con una linterna de mano. Cuéllar el envidioso. Cuéllar el incompleto. Cuéllar guardándose la linterna de mano, “ahí”, dentro del pantalón. Cómo sustituto de la parte que le arrebataron. Cuéllar como dandi en las grandes y pomposas fiestas que dan sus padres en casa. Con binoculares observándolo todo. Vestido completamente de blanco. La pureza. La virginidad misma. Ahí es donde conoce a Tere (Helena Rojo) y a cómo puede, un tanto impulsivo y torpe, no logra besarla a la primera, pero tampoco es puesto out por la vía del ponche. Ella lo pone en su lugar con un “las cosas no son así”, pero le da chance que puede haber entrada o al menos llegar “a primera” y le pide le de un aventón a su casa. “Pinguita”, perdón, Cuéllar da sus primeros aires de galán y a toda velocidad, en su moto, sin casco de protección, y a exceso de velocidad, la lleva. Es el terror para ella, pero la adrenalina para Cuéllar. Su testosterona. ¿Estás viendo todo lo que dejaste de narrarnos Vargas Llosa?
Ellos se han enamorado, la primera pareja sentimental de Cuéllar. Y Tere entra en su mundo de jet set, conviviendo con los amigos de Cuéllar, y sus novias. Vargas Llosa, en serio ¿era tan complicado escribir algo, tan solo un poco de esto? Relaciones Interpersonales. Ya a estas alturas es muy fácil descubrir (si es que no has visto la película) hacia dónde va, el camino de la destrucción de nuestro protagonista. Pero antes, hay una escena a destacar, una breve actuación de María Rojo, que junto con otro grupo de amigos se suben al auto de Cuéllar a dar un paseo. Rojo (que su personaje se llama Lucy) se sube en el asiento del frente, Cuéllar al volante, otra pareja atrás, besándose. Lucy, seduciendo e intentando besar a Cuéllar le pregunta por qué es tan tímido. (Esta pareja años después en la pantalla nos regalarían una de las pelis más calientes de la historia del Nuevo Nuevo Cine Mexicano: “La Tarea”). Pero aquí tan solo es un breve jugueteo, hasta que, Lucy le mete mano entre las piernas. Cuéllar explota en respuesta a su reacción, hasta que termina golpeándola violentamente (en una escena que ahora, en estos tiempos, sería “cancelada” sin duda). Luego huye.
Cuéllar y Tere continúan su idilio amoroso y artístico. Hasta que sucede los inevitable: aquí nos damos cuenta que Cuéllar solo había llegado a segunda base, o Tere solo le había permitido llegar a segunda. No a tercera. Es obvio que él lo desea, pero sabe que no puede y lo evita. Y ella lo desea igual, pero solo lo hace sufrir. En serio, ¿se puede más? Cuando Tere descubre por fin su condición, después de una bella y memorable escena con “Love” de John Lennon de fondo, es el trágico final que ya estábamos esperando para Cuéllar. Tal y cómo lo escribió Vargas Llosa en su relato, pero sin todos los trastornos sexuales detrás.
Antonio Carlin Lynch.
LOS CACHORROS LA PELICULA COMPLETA . LOKI HERNANDEZ 2020 (youtube.com)
Definitivamente es una historia de terror psicológico.