Autor: Tania Pyt
¿Cómo llegué aquí? no lo sé. Mi cabeza da vueltas desde que abrí los ojos hace un rato. La incertidumbre de mi paradero me hace sentir miedo, no reconozco nada, solo me descubro sentado en una silla; al parecer en una casa. Sin embargo, no puedo reconocer nada a mi alrededor, ningún objeto me es familiar, me siento incómodo, sé que algo no está bien. Con bastante dificultad me incorporo ya que la excesiva pesadez de mi cuerpo hace que esta simple tarea me parezca casi imposible; al tiempo, busco con la mirada alguna salida, pues reconozco en mí una sensación de cautiverio; juntamente, la ansiedad provocada por encontrar la salida hace que mi corazón lata apresuradamente, esa taquicardia que me da miedo. Con todo, puedo apenas reconocer que esto se asemeja a una especie de círculo sin puertas ni ventanas; para nada es una casa. Desconcertado y lleno de temor me acerco a lo que creo, es una pared. Instintivamente extiendo mi mano para alcanzarla… ¿Qué es esto? Mi mano se integra, se hunde, a la par mi mente confusa tarda en procesar lo que está ocurriendo, la retiro lo más rápido que puedo ¡Dios Mío! ¿Pero qué demonios es esto? No creo lo que veo ¡no sé qué es esto! ¡No sé en dónde estoy!
Impulsado por el miedo me apresuro a regresar a la silla, al objeto que reconozco; me siento desmayar, me falta el aliento… ¿dónde estoy? ¿qué ha pasado? Mi cabeza sigue dando vueltas; de pronto me siento obligado a levantar la mirada ¡lo veo! ¡es un monstruo! Me sujeto a la silla, ¿qué otra cosa puedo hacer? Mis manos están tan aferradas al asiento que empiezan a doler, pero no puedo relajarlas pues mis ojos están clavados en eso, esa cosa que solo me observa con lo que parecen ser decenas de profundos ojos negros; y yo, horrorizado y atrapado por esta visión no puedo apartar la vista de aquello que yace inmóvil, demasiado quieto, expectante.
Interminables y angustiantes segundos o minutos ¡yo qué sé! llevo inerte, enganchado a esta silla, más el dolor punzante, creciente de mis manos me saca del trance; pienso tratar de moverme y ver si esa cosa lo hace conmigo. Al parecer no, lastimosamente y no importando el dolor que siento he dado unos pasos sin quitarle la vista a eso; ese ser sigue quieto; así que me aventuro, estoy tratando de llegar de nueva cuenta a lo que parece pared. Ya estoy junto y lo que me observa se mantiene quieto, inanimado. Es muy extraño. Bueno, estoy aquí, junto a la pared o lo que esto sea; no dejo de pensar en lo ocurrido momentos antes cuando al querer tocarla mi mano no sintió nada, es decir, nada sólido; me aterroriza que vuelva a suceder porque entonces ¿qué podré hacer? Sigo mareado y no puedo pensar con claridad, solo soy presa del miedo, pues no sé dónde estoy, no sé qué podré hacer; angustiado llevo mis manos al rostro y aprieto mi cabeza en un esfuerzo por pensar claro, como si la acción pudiera llevarse el miedo. Sin embargo, solo preguntas giran en mi mente ¿Qué pasa? ¿dónde estoy? ¿qué hago aquí? ¡oh! ¡Casi olvido a esa cosa! Levanto rápido la mirada, en efecto, eso sigue ahí inmóvil ¡siento el peso de esos ojos negros sobre mí!
Me domino lo más que puedo, pero con angustia miro el muro pensando armarme de valor e intentar tocarlo de nuevo; titubeante aproximo mi mano y con rápido movimiento trato de tocar ¡no se puede! pasa exactamente lo mismo, así que doy un paso hacia atrás y al tiempo delibero; si mi mano no lo toca ¿podría atravesarlo? y… ¿si lo hago? ¿qué podría haber del otro lado? Siento pánico solo de pensar en lo que podría encontrar, no me atrevo y desesperadamente regreso a la silla, al lugar extrañamente tangible.
En la silla, estoy asido con menos fuerza, pues eso que me observa sigue en estado inerte solo para causarme delirio. Sigo sin saber qué hacer, no quiero estar aquí y, sin embargo, no puedo irme; siento que me vuelvo loco, ni siquiera podría decir cuánto tiempo llevo aquí, no puedo saber si es de día o de noche, al parecer, nada entra nada sale; me encuentro solo. Solo, con la cosa arriba de mi cabeza que me observa y paraliza ¡Con esos infinitos y profundos ojos negros! Tal parece me quedé dormido, he despertado hace un par de segundos, creo; sin embargo, al momento de abrir los ojos tuve la sensación de que ya no me encuentro en el mismo lugar… Es verdad que sigo en una silla, sin embargo, anteriormente la negrura no era tanta, así que mis ojos apenas comienzan a adaptarse a esta espesa oscuridad. Levanto la vista, mas no distingo nada; entonces me esfuerzo por hallar algo visible, algo que me sea familiar, giro la cabeza con preocupación hacia ambos lados, al parecer percibo algo, solo que me cuesta precisar lo que es. Trataré de incorporarme de nuevo, aunque la intranquilidad me llena y hace que me cueste respirar, pero ¿qué otra opción tengo?
A pesar de mi empeño mis piernas no responden, trato de moverlas como hace solo un rato, pero ¡No puedo! Y el pánico se apodera de mí, me desespero, me falta el aire, me cuesta respirar y me sofoco, me siento desmayar; pese a esto un recuerdo, el recuerdo de que solo yo puedo ayudarme que nadie más vendrá, que no hay nadie más que yo aquí en este lugar. Así que respiro profundo y me armo de valor; al cabo de unos instantes lo logro Una vez más intento moverlas. ¡Nada! no se mueven creo que ni siquiera puedo sentirlas. ¿Ahora qué pasa? Lloro de impotencia; no sé lo que me pasa, no lo sé; de pronto, con un súbito sacudir de cuerpo y mente lo recuerdo todo.
Estaba junto a mi cama, sí, en mi silla, en mi silla de ruedas; ahora lo recuerdo, no puedo caminar y por eso estaba junto a la ventana observando hacia afuera cuando la alarma sonó al mismo tiempo que interminables resplandores semejantes a relámpagos rompían la oscuridad de la noche, no obstante, viene a mi memoria que estos no procedían del cielo como el rayo común; no, los resplandores venían desde otro punto, casi podría asegurar que estos surgían de abajo, del piso, de la tierra misma. Sí, lo recuerdo, eso fue lo que observaba y después de un enorme resplandor como nunca antes vi, no supe más hasta que entonces desperté, en esta silla, completamente solo.
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Tania Pyt: Tania Pérez Ontiveros, originaria de la ciudad de México.
Cuenta con estudios de Artes plásticas en el INBAL. Actualmente trabaja como artista plástica independiente y escribe lo más posible en los tiempos libres, además de narrar cuentos de escritores clásicos y actuales para su canal de Youtube The little page of horrors. El género literario que práctica es la narrativa, especialmente de terror y horror, aunque de vez en cuando la poesía también adquiere relevancia y aunque por años no escribió, retomó la escritura para hacer más tolerable la ansiedad.