Análisis de la cinta del director Juan Ibáñez.
Por: Antonio Carlin Lynch.
Reparto: Silvia Pinal/ Mario Almada/ Rita Macedo/ Xavier Estrada/ Guillermo Orea.
A principios del nuevo siglo, recuerdo que ya mis gustos cinematográficos iban más encaminados al Cine llamado “de Autor”, o de Arte; el cine no “comercial”, alternativo, europeo o clásico: “Vintage”. Qué hermosa etiqueta. Aunque tus amigos no paraban de señalar, “¡Ahhh…te gusta el cine raro!” Y bajarte de mamón. (Ahora, en estos tiempos de redes sociales el término correcto sería: “mamador”. Jajajaja, y sí. Desde mediados de los 90, cuando salí de la prepa, ya buscaba esos títulos en el extinto ya Blockbuster (trabajé en uno por ahí del 2005), también recuerdo un vídeo club en San Pedro llamado “Vídeodromo” (cómo aquella obra maestra de Cronenberg) y algunos cineclubs de la ciudad, como por ejemplo el del Café Infinito. A mediados de los 90 el Internet apenas nacía, estaba en pañales. Lo qué se usaba era, creo, los Torrents, descargar una película podía llevarte horas, un día completo antes de poder verla. Eso no era para mí, lo mío era buscarla en físico (VHS) y luego grabarla (“quemarla”), luego apareció el dvd y ya empecé a hacer mi pequeña colección. Entrando a los 2000, entré a trabajar a la Librería Gandhi, en el departamento de Cine de Arte. Era el paraíso para mí. Ya había para entonces más lugares dónde se exhibía cine de todo el mundo, y de todos los géneros, incluso aparecieron las Salas de cine alternativo y claro, ya teníamos la Cineteca de Nuevo León. Y en la televisión local en un canal de Gobierno todos los días, a la medianoche, se exhibían “películas raras”, muy poco conocidas, la gran mayoría (para mi gusto) en blanco y negro. Ahí vi varias veces El Hombre Elefante o Cabeza Borradora de David Lynch, también vi obras de Buñuel, de Kurosawa y de Bergman. Las películas el canal “las tomaba prestadas” del canal de la UNAM de la Cd. De México. Una de ellas, de tantas que vi, un par de veces fue, esta: “Divinas Palabras” de Juan Ibáñez, pero ambas veces, ya comenzada. Tuvieron que pasar muchos años (alrededor de 15) para qué supiera su nombre (las películas se exhibían casi sin cortes comerciales y en la guía de canales no mencionaban el título a pasar). Fue ya gracias a Google y Youtube que pude encontrar y disfrutar completa esta joya “prohibida” de la filmografía de Silvia Pinal y de ese “otro” Cine Mexicano, el cine mexicano de los setentas. Un cine que está entre el cine de oro y el Otro Cine Mexicano que fue enormemente popularizado en su tiempo: el Cine de Ficheras de los años 80. El cine de Los Peseros, Los Verduleros. Las comedias eróticas-sexuales. Películas creadas con el fin de divertir y hacer olvidar un poco, o un mucho, los problemas del país o los problemas del mexicano, que ya no buscaba un Cine Bonito, con una fotografía hermosa (la de Gabriel Figueroa, que, también se encarga de la fotografía aquí) o dramas del tipo Angelitos Negros. Tampoco cine que les hiciera pensar, tan rebuscado con complicados argumentos y grandes actuaciones (en los 80 ya Luis Buñuel se había ido del país, de este México que él llamaba Surrealista). El público en los ochentas lo que quería era risas, albures y tetas al aire.
Bueno, esta película todavía se negaba a llegar a esa década tan vacía que fueron los ochentas.
Basada en la obra “Divinas Palabras” de José María Ramón del Valle Inclán y con guión del mismo Ibáñez, la cinta, se encuentra ubicada en un sitio y un tiempo desconocido. Desde los primeros minutos, con el coro de la UNAM de fondo, que nos hace recordar a Mahler y con lo que parece ser un set con decorados teatrales (podemos apreciar un montón de tablas de madera) poco a poco vemos que la cámara se abre para dejarnos ver una enorme cruz en todo su esplendor (sombrío). He aquí la sombra de Buñuel y su simbología religiosa presente. Y es perfectamente válida: El mismo Buñuel tenía en mente, deseaba hacer la película, ya contemplaba a la misma Silvia Pinal, pero la familia de Valle Inclán no quiso venderle los derechos de la obra. Cuál fue la sorpresa de Silvia, que unos años después aparece Ibáñez que había adquirido los derechos y la invita a filmarla en México. Desde aquí, la aparición de la cruz, tanto ella, como la religión y el hacernos sentir al espectador que estamos presenciando una enorme obra de teatro; es una de las constantes del filme.
La trama gira sobre Mari Gaila (Silvia Pinal) una adúltera entre personajes tan singulares como mendigos, prostitutas, enanos y demás seres deformes (otra sombra Buñuelesca), Mari está casada con un sacristán, que junto con otros parientes acuerdan hacer negocio con la exhibición de su sobrino huérfano: un enano retrasado mental. Total, un elenco de freaks en un espacio cerrado y simbólico. Una gran obra de teatro con diálogos de teatro, dirigida, y actuada cómo tal; pero filmada y con la intención de proyectarse en pantalla grande. Me hace recordar algunas películas de Peter Greenaway (El Contrato del dibujante) o incluso, Peter Brook (Marat/Sade). La mezcla teatro/cine (y pintura, ocasionalmente). Y hablando de proyección, Ibáñez tuvo serios problemas para poder exhibir la cinta a nivel internacional. La película no tuvo tanta suerte, ya que fue víctima de la censura de la época eso a causa de sus “fuertes escenas” (Incluyendo un desnudo total de Silvia Pinal que es castigada, enjaulada y llevada ante su marido). No así, que sí contó con más suerte, su remake español, filmada diez años después: en 1987. Dirigida por José Luis García Sánchez, y que protagonizó Ana Belén y Francisco Rabal. Esa “nueva” versión ganó en total Cuatro Premios Goya.
Mención muy aparte, merece, una escena que se agregó ya que no es parte de la obra de teatro original: la lucha, en una arena improvisada que fue excavada en la tierra, de dos toros salvajes (toros que son bajados por medio de unas grúas). Otra sombra Buñuelesca aquí, el usar animales reales en escenas crudas, dónde casi siempre se llega al derrame de sangre. Aquí no fue el caso. (Otro que nos viene a la mente es el cine de Jodorowsky, y en un par de años llegaría la “infame” Holocausto Caníbal, que hasta en problemas legales y de cárcel metería a su director y equipo por el sacrificio de una tortuga gigante, un cerdo, un mono y una rata almizclera). En fin, todo sea por el arte.
La película, están de suerte, pueden verla en Youtube (aunque creo que sin la escena del desnudo de la Pinal), ya saben, hay censura en estos tiempos.
Antonio Carlin Lynch
Ig: @antoniocarlinlynch
Excelente aportación!
Wow, Silvia Pinal tiene un lado obscuro bastante interesante 😏🤔, es un must, va para la lista del fin de semana 😎