Cuando la música te lleva a una galaxia muy, muy lejana…
Monterrey, N.L. La música puede hacer muchas cosas: hacernos llorar, hacernos bailar o electrizar nuestra piel. Pero la noche del viernes 16 de mayo en el Escenario GNP Seguros, la Camerata Opus 11, dirigida por el maestro Mario Monroy, nos regaló un viaje sin escalas a ese universo que lleva décadas ocupando un lugar especial en nuestros corazones: Star Wars.
Y no, no fue solo un concierto. Fue una experiencia galáctica con todo y su fandom armado hasta los dientes… o mejor dicho, ¡hasta los sables de luz!
Desde los pasillos ya se respiraba la emoción: Jedis, Padawans, Leias, Storm Troopers, Mandelorians y más de un Vader nostálgico. Gente de distintas generaciones, emocionada, disfrazada y lista para conectar con algo que va mucho más allá del cine: la memoria emocional que nos une como fans.
Porque sí, esto fue para los verdaderos fans. Esos que siguen jurando lealtad a la trilogía original (capítulos IV, V y VI).
Esos que aún suspiran por un Luke Skywalker idealista, que entienden lo que significa “el bien” en una galaxia llena de complicaciones antes de que Disney decidiera comprarlo todo, Star Wars ya era leyenda.
🎻 La orquesta, impecable. La música, épica.
Desde el primer acorde, la piel se erizaba como si estuviéramos viendo la intro en una sala de cine de los ochenta, con esas letras amarillas deslizándose por el espacio y una promesa de aventura en cada nota.
“Traemos un espectáculo que les va a encantar”,compartió el maestro Monroy, y no era promesa en vano. De Luke a Leia, de Yoda a los Ewoks, pasando por la imponente Marcha Imperial, cada nota fue un puente a la infancia, pero la noche no se quedó ahí. También trajo anuncios como meteoritos cargados de emoción: Harry Potter, El Señor de los Anillos y Carmina Burana se asoman en el horizonte musical de la Camerata y Monterrey será de nuevo escenario estelar.
“Nos vamos a aventar como gorra en tobogán”, dijo, y todos supimos que lo decía en serio, pero con el corazón ligero de quien ama lo que hace. Porque no se trata solo de música. Se trata de compartir. De llegar a ciudades que muchas veces se quedan fuera. De hacer que la cultura se descentralice. Y que la fuerza —sí, esa misma— se sienta también en el norte.
La orquesta no toca sola, toca con los recuerdos, con las historias esculpidas en el corazón de sus fans, y con la vibra única de quienes hacen de cada concierto una experiencia que trasciende el tiempo y el espacio.
Lo mejor: ver a la gente viviendo la experiencia Star Wars
Pregunté a varios asistentes disfrazados y todos coincidían en lo mismo: Esto no es solo música, es parte de quiénes somos.Porque si algo tiene esta saga, y sobre todo su música, es que nos recuerda que los sueños, los héroes, las luchas internas y los viajes imposibles… siguen vivos dentro de nosotros.
John Williams compuso la banda sonora de muchas infancias y esta noche, la Camerata Opus 11 nos la devolvió con una potencia que nos movió el corazón más rápido que el Halcón Milenario en modo hiperespacio y no solo afinó instrumentos: alineó planetas, activó memorias y abrió un portal a esa galaxia muy, muy lejana que todos llevamos guardada entre el pecho y los ojos.
Definitivamente hay ocasiones en que no solo vas a un concierto sino que sientes que subes a una nave del tiempo y esta despegó al ritmo de la creación musical Williams directo a la infancia y a esa butaca en el cine donde escuchamos respirar a Darth Vader porque no se trató solo de música sino de experimentar un ritual de luz y nostalgia con sinfonías hechas de recuerdos creando un puente sonoro entre generaciones donde la Marcha Imperial removió las telarañas del alma despertando a una fan encubierta.
